Si pensamos en una limusina, lo primero que se nos viene a la cabeza son esos vehículos alargados conducidos por chóferes que tuvieron su boom en los años 90. En esa época, las limusinas eran consideradas vehículos de lujo solo accesible para los más ricos.
Hoy las limusinas se han popularizado y se usan también para eventos especiales como bodas, fiesta o con fines turísticos.
Las primeras limusinas fueron vehículos de alquiler arrastrados por caballos cuyo conductor, iba sentado en una banqueta más elevada a la intemperie y los pasajeros viajaban en una carroza cerrada.
Para saber más sobre la historia y evolución de la limusina tal y como la conocemos hoy, tenemos que remontarnos a la Francia del siglo XIX. En la región de Limousin (Provenza) empezaron a crear los primeros vehículos con tracción mecánica de este tipo que al principio tenían la carrocería descubierta, por eso se cree que el nombre hace referencia a las largas capas que usaban los pastores del lugar para protegerse del frío y la lluvia.
Muchos historiadores aseguran que el nombre se lo dio el carrocero Charles Jeantaud (1843-1906), pionero en la fabricación de este tipo de vehículos destinado específicamente a taxi y que era natural de la región de Limousin.
Si observamos la limusina actual, conserva los elementos característicos que tenían los vehículos primitivos de este tipo: el cristal divisorio, normalmente descendente, y los 3 cristales laterales.
El tamaño de la limusina es muy variable y puede llegar a tener capacidad desde 5 pasajeros (en las más sencillas) hasta para 18 personas de las últimas basadas en coches SUV.
Hoy las limusinas se hacen bajo pedido y se realizan todas las personalizaciones que el cliente esté dispuesto a pagar: ordenadores y televisiones, asientos de generosas dimensiones, mueble bar, carrocería blindada… todo irá enfocado al lujo y al confort del propietario/a.
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