Si hay un vehículo que simbolice el lujo y el glamour esa es la limusina. En el imaginario popular se visualiza como un artículo inevitablemente relacionado con la riqueza económica o el mundo de la fama y las grandes estrellas. Su nombre, sin embargo, es de procedencia más humilde ya que llega de la provincia del Limousin (Francia), evocando su nombre las largas capas usadas por los pastores de esa zona geográfica para protegerse de la lluvia. Pero antes aún de tener nombre y motor, las primeras limusinas eran vehículos de alquiler arrastrados por tracción animal, cuyo conductor iba sentado en una banqueta a la intemperie, mientras los pasajeros se desplazaban a cubierto y confortables en un carruaje cerrado.
El nombre que ha llegado hasta nuestros días parece ser que le fue dado por Charles Jeantaud (1843-1906) nacido en la capital Limousin y valedor de un modelo eléctrico destinado especifícamente a taxi. La limusina ha ido evolucionando y perfeccionado sus prestaciones, pero el espíritu del vehículo primitivo ha permanecido en su leyenda. La primera limusina completamente cerrada se construyó en 1902 y la primera limusina estimable fue creada en 1928 por Armbruster, un fabricante de Arkansas. Pronto los hoteles comenzaron a usarlas para llevar a los huéspedes desde y hacia el aeropuerto, de manera que se decía que si no llegabas en limusina no habías llegado. Pero tal vez quien más culpa tenga de su presencia en nuestra cultura popular sea Hollywood que rápidamente tomó la tendencia y la consolidó para siempre.
Estos vehículos largos, tintados, a veces blindados, otras estrambóticos, se ponen a disposición de Presidentes de Estado, hombres de negocio o estrellas de todo tipo, aunque también el común de los mortales puede tener acceso al sueño de disfrutarla una vez en la vida. Las podemos encontrar en alquiler para eventos especiales, bodas y todo tipo de celebraciones. Se trata de un servicio de alquiler con conductor, ya que requiere de chóferes profesionales que sepan cómo manejar su volumen. Por definición cuentan con una habitáculo lujoso y lleno de comodidades, para hasta doce personas, dotado de múltiples detalles. El cliente se encuentra separado del conductor y en la mayoría de los casos cuenta con un salón de asientos afrontados, que en los modelos más singulares contiene elementos personalizados como oficina, bar o cualquier otro deseo que el cliente pueda permitirse.
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